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Caraz-Huaraz, Ancash, Peru

jueves, 22 de abril de 2010

¿SOLAMENTE UN DIA PARA LA TIERRA?


Sólo un día señalado para la tierra que nos brinda alojamiento permanente desde que nacemos e incluso luego de nuestra muerte. El día de la tierra, es cada uno de los días por los que transcurre nuestra vida y cada día que recorremos nuestros caminos sobre ella. Es un diálogo permanente.
¡Claro!, para muchos es un diálogo de sordos donde continuamos arrojando desperdicios por suelo y agua, dejando la basura en las calles, emitiendo sonidos estridentes y gases contaminantes, usando aerosoles, etc., etc., etc.
Hoy, los niños fueron los que más captaron el mensaje en sus centros educativos, sobre todo los pequeñitos de educación inicial. Ellos sí que sienten y sufren cuando ven las calles sucias y otras muestras de maltrato al planeta.
Las grandes potencias como EE. UU. y Australia prefieren resguardar su economía, en lugar de resguardar la vida en el planeta. Con angustia vemos cómo el cambio climático arrasa pueblos enteros por las lluvias torresnciales, los huracanes, la extinción de especies y el terrible retroceso de los glaciares.
Las generaciones venideras sufrirán las consecuencias de la irresponsabilidad de quienes hoy tienen el poder de decisión. Los medios de comunicación difunden la noticia que ya pasamos el límite. El calentamiento provocará la destrucción de la Antártida y ótras islas aledañas, los niveles de agua marina se elevarán y muchos países serán innundados, desapareciendo islas y especies como los osos y las focas.
¿Y el ser humano?
Sufrirá las consecuencias de los fenómenos naturales y, probablemente, muchas muertes serán una de las consecuencias. El Perú es uno de los países que se verá más afectado por el cambio climático. Ya podemos preguntarles a los cusqueños, ayacuchanos, huanuqueños y puneños.
Nosotros como componentes del planeta tenemos el compromiso de ayudar en su conservación desde nuestra conciencia, haciendo lo que nos corresponde: mantener la limpieza de tierra y agua, plantando árboles y sobre todo, sembrando conciencia ambiental.
¡Ojalá las futuras autoridades siembren más verdor y menos cemento!
De lo contrario, aquellos pequeños sensibilizados hoy en nuestras escuelas, mañana sufrirán la sed y el calor abrazador de nuestra irresponsabilidad.
¡Hagamos un pago a la tierra, como nuestros ancestros andinos, un pago de cuidado por todo lo que nos da!